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Sincelejo, Sucre, Colombia

lunes, 19 de mayo de 2025

Sincelejo, Sucre

MUERA NERUDA, VIVA “EL TUERTO" LOPEZ

Opinión

Por Luis Paternina Amaya

Especial para la region

Cincuenta años se cumplen de la muerte de Pablo Neruda, y son los mismos en que me han acompañado sus versos de amor, hasta que por estos días me entero por las redes sociales que sus veinte poemas de amor y los muchísimos inspirados por tan alto sentimiento, nacieron de un cerebro que jamás se conectó con su corazón, es decir, tan extraña sensibilidad giró siempre en torno a su verso autobiográfico: " amo el amor de los marineros que besan y se van", tal como "amó" a una hermosa, humilde y valiente mujer que por no atender sus pretensiones sexuales porque como hombre no le atraía, acudió al asalto mientras hacía labores domésticas, sometiéndola a la fuerza para violarla, encontrando en su indefensa víctima, una respuesta que el mismo "poeta" , con una frialdad y cinismo que le arranca todos sus pergaminos como tal, la describió en su libro " CONFIESO QUE HE VIVIDO", en el cual dejó el siguiente testimonio: " el encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con los ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme".                           

Ante tan brutal comportamiento, ¿qué verso de amor que no fuera hipocresía podría nacer de una persona que como Neruda se refugió en la poesía para esconder al animal que cargaba por dentro? Su confesión, además de enturbiar la prosa poética con que concibió el libro, pulveriza al poeta que nos engañó a todos hasta llegar a ser reconocido como el más grande de América, así como premiado por la Academia Sueca con El Nobel y admirado en todos los rincones del mundo a donde llegaron sus poemas, precisamente porque en una noche de estrellas pudo escribir los versos más tristes al experimentar que no la tuvo y sentir que la perdió, al "oír la noche inmensa, más inmensa sin ella", mientras con su voz “buscaba el viento para tocar su oído” y cobijarse en el verso que “cae al alma como el rocío”, consciente de que “es tan corto el amor, y es tan largo el olvido”.

Por Dios, ¿Qué le paso a este privilegiado ser de la inspiración para convertirse en un violador si antes había dicho que “desde el fondo de ti y arrodillado, / un niño triste, como yo, nos mira. / Por esa vida que arderá en sus venas / tendrían que amarrarse nuestras vidas. / Por esas manos, hijas de tus manos, / tendrían que matar las manos mías. / Por sus ojos abiertos en la tierra / veré en los tuyos lagrimas un día”.? Este último verso fue premonitorio porque lagrimas han sido las que su primera esposa derramó desde que el poeta soltó al cavernícola que lo acompañaba cuando repudió a una niña siendo su hija porque había nacido con hidrocefalia, negándole toda la asistencia médica, alimenticia y afectuosa, hasta cuando murió a los 8 años.

Ciertamente, Neruda en cuestiones de amor, él mismo se definió cuando dijo: “no sé a dónde voy. Desde tu corazón me dice adiós un niño. Y yo le digo adiós”. Tal como le dijo adiós a esa niña que necesitó de afecto y congrua protección, pero lo que recibió fue el repudio de su padre sin que se le arrugara el sentimiento. Por ello, gracias a las redes sociales que han escarbado la vida de este poeta que “como cualquier político”, no merece sino aparejarlo con el destinatario del poema “ A Un Perro”, que “El Tuerto” López calificara con su ironía y critica lapidaria, así como lo hizo con otros personajes y conductas sociales de su época, cada vez que “engrasaba el fusil de la palabra”, como Juan Gossaín lo recuerda en uno de sus apuntes sobre el bardo de Cartagena que hoy desempolvo para darle muerte al poeta que besa y se va.

 

 A UN PERRO

Todo es igual y lo mismo

Fenelón

 

¡Ah, perro miserable, que aún vives del cajón de la bazofia,

-como cualquier político-, temiendo las sorpresas del palo de la escoba!

Y provocando siempre que hurtas en el cajón pleno de sobras

-como cualquier político - la triste protesta estomacal de ávidas moscas!

Para después ladrarle por las noches, bien harto de carroña

-como cualquier político-, a la luna, creyendo que es algún queso de bola...

¡Ah, perro miserable, que humilde ocultas con temor la cola como cualquier político del día, y no te da un ataque de hidrofobia!

  

Luis Carlos López

Opinión

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